domingo, 31 de marzo de 2019

Memoria roja



Se lo dice en castellano porque no hay traducción. ‘Nunca Más’ y continúa hablando en inglés. Quien escucha eso es extranjero y está ingresando al estadio de Independiente. La atracción de ir a ver un partido de fútbol argentino lo cruzó con otro partido. Porque mientras entra, se encuentra con fotos de señoras con pañuelos blancos en una plaza, con carteles que exigen Memoria, Verdad y Justicia. Su compañero, argentino y quien lo está acompañando en este día, le explica qué significa. Lo hace en inglés, pero no tiene traducción para las palabras ‘Nunca Más’ y se las dice así. El otro partido es el de la memoria, el que se juega hace más de cuarenta años. Están las Madres, están los Hijos, están los Nietos. Todos tienen la misma camiseta.

Falta poco más de una hora para el partido y el micro con los jugadores de Independiente ya está ingresando al Libertadores de América. Pasa el portón. Ya está dispuesto a estacionar, pero debe frenar. Cinco personas están adelante del micro. Son hijos de desaparecidos. Cada uno tiene un número y lo levantan bien alto. Lo están dejando bien claro: son 30 mil.

Miguel es hincha de Independiente y también tiene puesta la camiseta de la memoria. Por eso frena y pide que la saquen una foto. Espera que pasen otros hinchas y le toman la imagen. No es la primera foto de Miguel que lo acerca a Independiente y a la última dictadura cívico-militar. El pasado 24 de marzo Miguel estuvo en la marcha como todos los años en Plaza de Mayo. Ahí la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino tenía preparado once carnets de socios desaparecidos. Uno era Raimundo Villaflor, hincha de Independiente. Ese día y con ese cartel Miguel también pidió que la saquen una foto.

Francisco Madariaga llega a la cancha. Francisco es hincha de Independiente y es el nieto recuperado 101. Hace un año se lo homenajeó a él dentro de la cancha previo a un partido. Esta vez, un año después, él es quien debe rendir homenaje a dos deportistas de Independiente desaparecidos. ‘Otro 24 de marzo acá en Independiente Francisco’, le dicen mientras iba caminando y viendo las fotos de Madres de Plaza de Mayo. ‘Es hermoso todo esto’, atinó a responder.

Claudio Gómez escribió el libro ‘El partido rojo’. Una brillante crónica sobre la final entre Independiente y Talleres en 1978 en plena dictadura. Está nervioso y ansioso. Pero desborda de felicidad. Es que va a conducir el homenaje a Miguel Sánchez, atleta de Independiente desaparecido, y a Osvaldo Horacio Portas, nadador de Independiente desaparecido. Porque si de memoria y de Independiente se trata, Claudio está presente.

Mateo tiene menos de diez años y está en la cancha con su tía Esther. Ya está sentando en la platea Erico Baja. Está atento al homenaje que se está haciendo en el medio del campo de juego. ‘Tía, sacame una foto con ella’, le pide Mateo. Ella, que está sentada a pocos metros de Mateo, es Carmen Arias, es Madre de Plaza de Mayo, su hermano Ángel era hincha de Independiente y está desaparecido. Antes de entrar a la cancha, Mateo ya le había hecho otro pedido a su tía Esther. Quería una foto con el mensaje de ‘Nunca Más’ y el estadio de fondo. ‘Gané antes que empiece el partido’, resumió la tía Esther.

Es hora del encuentro entre Independiente y Vélez. El extranjero ya está sentado con su compañero dispuesto a ver eso que le atrae que es ver un partido de fútbol argentino. Pero esta vez vio además otro partido, el de la memoria. En inglés, en castellano o en cualquier idioma. Son 30 mil y fue un genocidio. Lo tiene bien claro el extranjero. Este partido lo seguimos jugando todos los días y estamos ganando por goleada.  

viernes, 10 de agosto de 2018

El futuro llegó



Llueve. Dos y cincuenta ya del jueves. Cae una gota en la mejilla de Daniela. Y otra. Y se mezcla con una lágrima. Y otra lágrima. Es lluvia, es emoción, es tristeza, es esperanza. Es todo eso la mejilla de Daniela, que llora sobre Callao a escasos metros del Congreso de la Nación. Pero ahí está, firme después de horas. Son miles, millones. Son el futuro.
Sigue lloviendo. Comienza la vuelta rumba a su casa Daniela. Y aunque está sola, vuelve juntos a millones de compañeras. Y aunque siga y siga lloviendo, y aunque la votación por un aborto seguro, legal y gratuito diga que fue treinta y ocho a treinta y uno, ella sonríe. Porque qué es perder y qué es ganar si la lucha no se abandona. Lo sabe bien Daniela eso.
Recuerda rápidamente Daniela que antes de ir a la Plaza vio que el Indio Solari posó con un pañuelo verde para la Garganta Poderosa. Y va a la música Daniela. Había una vez puede ser el comienzo de cualquier cuento, pero también el comienzo de una seguidilla de canciones. Y eso elige Daniela. Escucha y canta bien fuerte esa canción del Indio: Con los puños en alto deseando al final hacer la revolución con una canción de amor. Levanta su puño Daniela ya en el colectivo rumbo a su casa. La lucha continúa.
La lista de canciones sigue. Es sonrisa tras sonrisa. Y aunque sabe que Divididos tiene una canción que se llama ‘el 38’, ese número de senadores que no apoyó la ley, Daniela no la escucha. Pero recuerda que una vez Ricardo Mollo colgó un pañuelo verde durante todo un recital y selecciona otro tema. No cualquier tema ni cualquier letra. Todo está vivo a pesar del dolor, si le sonreís; ríos de cuerdas que vienen de vos, justo a mi corazón. Y Daniela le sonríe a todas esas chicas que están en el colectivo, que no conoce pero son sus compañeras de lucha y perseverancia.
Más y más música. Ya son más de las tres de la mañana del jueves. Daniela recuerda todos estos meses de movilizaciones, de campaña, de charlas. Se acuerda de ese 14 de junio en el que Diputados aprobó la media sanción. Y no solo de eso. Ese mismo día La Renga hizo un show a beneficio de Alejandro Medina. Lo recuerda bien Daniela porque Chizzo, el cantante, salió con un pañuelo verde atado en su muñeca izquierda. Un pañuelo verde que pedía y reclamaba un aborto libre, seguro y gratuito. Por eso escucha La Renga Daniela, porque despierta un viento en ella que todo lo empuja y lo canta bien alto en el colectivo.
Ya está cerca de su casa Daniela. Las gotas que hace unos minutos se mezclaban con la lluvia en su mejilla ya se secaron. Mira por la ventana y sigue lloviendo. Tiene tiempo para una última canción. No lo duda. Vuelve al Indio. El futuro llegó hace rato. Lo escucha, lo canta, lo piensa Daniela. El colectivo está lleno de pañuelos verde. No los guarda nadie porque la lucha sigue. Ellas son el futuro e hicieron historia.

martes, 5 de junio de 2018

Mundiales



En la mesa del bar de los martes se habla siempre de mundiales. No se esperan cuatro años para que la palabra mundial se apodere de todos los debates. Una cerveza, dos cervezas, las que sean necesarias. Todos los martes, en la misma mesa de siempre, se habla de eso, de mundiales.

Ningún integrante de la mesa del bar de los martes va a ir a Rusia. No pueden. Ellos juegan su propio mundial. Todos los días lo juegan. Y de eso hablan los martes. Una cerveza. Otra. El último en llegar fue Martín este martes, que venía de trabajar todo el día, que había perdido el colectivo, que su sube estaba ya casi sin saldo y que, así y todo, llegó al bar de los martes. Martín no jugó nunca un mundial. Ni cerca estuvo. Pero ese día fue un campeón llegando a tomar una o dos cervezas.

Ariel es, tal vez, el más futbolero. Para él, todo son mundiales. Es profesor de física y cada clase es un mundial. Festeja incluso cuando le tocan cursos de exactamente 23 estudiantes. Llegó contento este martes Ariel. Tras varios intentos de explicar varias leyes de la física, este martes logró lo que antes no podía. Aunque dijo sin soberbias ni autobombos. ‘Me salvó Messi’, sentenció en la mesa del bar de los martes. ‘Vieron que Messi desafía todas las leyes de la física. Bueno, hicimos jugar a la física contra Messi. Obvio, ganó Messi’, confirmó Ariel. Claro, también habían ganado él y sus estudiantes que entendieron todas las leyes de la física y fueron unos campeones del mundo.

Héctor, como Ariel, se mide por mundiales. Llegó este martes con una sonrisa más grande de la sonrisa de siempre. Y había un motivo. La chica que conoció en el mundial de Alemania 2006, esa misma chica que en Sudáfrica 2010 estaba tan lejos como ese mundial para los propios sudafricanos, la misma chica que en el mundial de Brasil 2014 le contó que vería los partidos de Argentina con una camiseta del ‘86 y él pensó en Maradona, esa misma chica le dijo que sí a una invitación. Un mundial es eso para Héctor, un motivo para sonreír. Y tiene la esperanza que éste sea su mundial.  

Claudio llegó antes que todos. Necesitaba una, dos, tres cervezas. O más también. Venía de reprobar un examen de historia en la universidad. Sin embargo, tenía claro que a veces en la vida, como en los mundiales, se gana, otras se empata, pero muchas veces se pierde. Lo fundamental es intentarlo. Y Claudio estaba convencido que había intentado aprobar ese parcial. Tal vez ese no era su mundial. Tarde o temprano tendría otra oportunidad.

En la mesa del bar de los martes no son todos varones. Ni se necesitan ser sólo hombres para hablar de mundiales. Daniela se sentó una vez en la mesa de los martes y nunca más faltó. Este martes llegó de verde. No tuvo que aclarar el motivo de su vestimenta. Para Daniela cada lucha por la igualdad de género es un mundial. Y junto con muchas más como ella vienen ganando muchos mundiales durante los últimos años.

Tres, cuatro, cinco cervezas. La mesa del bar de los martes estaba completa. Rusia está a la vuelta de la esquina. O más lejos para estos integrantes. Pero lo van a jugar, como juegan todos los días su mundial. No saben si lo van a ganar. Pero de algo están seguros: lo van a intentar.

domingo, 3 de septiembre de 2017

Un Huracán insoportablemente vivo



Sábado 29 de julio. Ya no había razón para la demora. Habían pasado diez años de la última vez en Buenos Aires.  Se terminaban finalmente los comunicados con inexplicables excusas que impedían su vuelta. Eran las 21.30 en punto en Huracán. Cuarenta mil personas empezaban a saltar con los primeros acordes. Nada nos detendrá se escucha. Era La Renga. En Buenos Aires. Al fin.

Era el primero de, hasta ese momento, cuatro recitales. La banda de Mataderos volvía a tocar en Buenos Aires después de diez años. Corazón fugitivo y Nómades abrían el show. “Vinimos a hablar de poder”, aseguró Chizzo. No dejes que se roben tu luz le decía a cada uno que estaba en Huracán. “Che, no se suban a los alambrados. No vaya a ser cosa que mañana vengan a romper las pelotas”, pidió por favor el cantante. “Creo que hoy las canciones hablaron por si solas”, sentenció con claridad nuevamente Chizzo. Y aunque venga el aguafiesta nos vamos a reír igual Ja! sonaba en todo Buenos Aires para que lo escuchen incluso los que no estaban adentro de la cancha. Treinta temas en el primer recital de La Renga. Ni un solo incidente antes, durante y después. Quedaba claro: no había razón para tanta demora.

Miércoles 2 de agosto. Sí, miércoles. Até con tripa mi corazón; sin más que eso salí a la cancha. Otra vez cuarenta mil corazones hacían explotar Huracán. Era La Renga. Sonaba Tripa y Corazón, y abría el segundo recital. La lista pensada eran 30 canciones nuevamente. En la número 19 figura “En el baldío”. Ya estaba por finalizar el tema cuando se apaga todo. Las luces, el sonido, todo. Pasaron minutos que parecieron años. Se encendieron algunas luces, sonaron algunos acordes. “Siempre hay un boludo que se lleva puesto un cable. Vamos de vuelta. Las garras de un terrible ser”. Chizzo volvía a hacer vibrar todo Buenos Aires.

Sábado 5 de agosto. Otra vez Huracán. Otra vez sábado. Otra vez sin incidentes antes, durante y después. Otra vez La Renga en Buenos Aires. En una selva de mentes viejas; habrá también que saber soñar; sobre una almohada de piedra. Era el tercer show. Era un sueño. La Renga hacía delirar miles de personas una vez más. Estaba insoportablemente vivo.

Miércoles 9 de agosto. Era el cuarto recital de La Renga en Huracán. Chizzo le avisaba a las cuarenta mil personas que iban a haber dos show más a fines de agosto. “Cuando venía para la cancha vi la Luna. No sé si alguno la vio. Yo la vi posada sobre los techos de Pompeya”, introducía el cantante. Todo Huracán iba a bailar a la nave del olvido.

Las cuatro pantallas ocupan casi toda la cabecera de la platea Mirave del estadio. Esta vez no aparecía cada integrante de la banda en una pantalla diferente. Este miércoles era la misma cara en las cuatro pantallas. Era la imagen de Santiago Maldonado. Ya habían pasado ocho días desde que estaba desparecido. “Que aparezca, por favor”, pidió Chizzo. Pobreza y dolor sólo trajo el progreso. No había dudas del pedido.

Llegaba un descanso. Terminaba la primera tanda. Una fiesta. Más de 150 mil personas habían dicho presente en Huracán. Era algo tan grande como el cielo y las montañas. Dejando atrás mil razones en el tiempo. Había más. Dos shows más para certificar que el rock and roll no morirá jamás.

Sábado 26 de agosto. Anteúltimo show. Era el bonus track. Habían pasado ya 25 días desde la desaparición de Santiago Maldonado. “¿Santiago dónde está, Santiago dónde está?” preguntaban cuarenta mil voces. Y alguien se encarga de encerrarte; y otro prepara el fin del mundo; y tan lejana queda la esencia; que sólo el hecho de encontrarte para mí; le da sentido a mi vida. La Renga y el viento que todo empuja. “Que aparezca Santiago”, pide Tete –bajista de la banda-. Un Huracán lleno de verdades y una sola pregunta.

Miércoles 30 de agosto. Pasó un mes del primer recital. Era turno del último. Escapando en la noche; voy a dejarlo todo atrás. Corazón fugitivo abría la sexta noche. “Tiempos complicados son los que estamos viviendo. Así que lo mejor es que estemos juntos”, da comienzo Chizzo a una histórica versión de A tu lado. Sentirte a mi lado me hará mucho mejor. Y siguió. Ojos que no ven, corazones que no sienten. Era ‘Cuando estes acá’. Era La Renga.

Pero fuera de Huracán seguía faltando alguien. Santiago Maldonado seguía y sigue desaparecido. Y La Renga continuó pidiendo lo mismo, que aparezca por favor. Subió al escenario el músico Rubén Patagonia y todo Huracán se volvió a preguntar: ¿Santiago dónde está, Santiago dónde está? ‘Lo frágil de la locura’ fue el himno que hizo emocionar una vez más a miles de personas. Las cuatro pantallas volvían a mostrar la cara de Santiago.

El final es donde partí. Sí, acá en Huracán hace un mes partía La Renga. Dejame ver, que hay para saborear esta vuelta. Pero esta vez el banquete estaba servido. Había Buseca y vino tinto. Esta noche Mirtha, te invito a morfar. “Ahora nos vamos a guardar un tiempo”, son las últimas palabras de Chizzo en Huracán. “Vamos a grabar un disco nuevo. Durante este mes quedó demostrado que se puede tocar en Buenos Aires sin ningún incidente. Así que ojalá podamos presentar el disco nuevo acá en Buenos Aires”. Fue La Renga en Huracán. Más de 200 mil personas. No había razón para tanta demora. 

jueves, 22 de junio de 2017

Una clase de 10



La primera vez que la profesora de literatura de séptimo año tuvo que dar clases un 22 de junio no entendía por qué los estudiantes no le prestaban su deseada atención. Una hora buscando y buscando diferentes enfoques para atrapar a sus alumnos en el tema que correspondía a esa clase: escritores latinoamericanos. Llegó la hora del recreo y observó el comportamiento de los chicos. No lograba entender en torno a qué giraba la distracción de ellos. Hasta que oyó fuerte y a lo lejos a uno de ellos relatar el segundo gol de Diego Maradona a los ingleses el 22 de junio de 1986 en el Mundial de México. La profesora sin dudar ya ideaba cómo encarar su segunda hora de clase.

Sonó nuevamente el timbre y el aula los reunió. La profesora de literatura de séptimo año sacó un ejemplar de “Los hijos de los días” del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Buscó el día 13 de julio y leyó “El gol del siglo”. El 13 de julio de 2002, cuenta Galeano, el segundo gol de Maradona a los ingleses fue elegido el mejor gol del siglo XX. “Ésa fue la última imagen del mundo que vio Manuel Alba Olivares. Él tenía once años, y en ese mágico momento los ojos se le apagaron para siempre. Ha guardado el gol intacto en su memoria, y lo relata mejor que los mejores locutores. Desde entonces, para ver fútbol y otras cosas no tan importantes, Manuel pide prestados los ojos de sus amigos”. Los alumnos de aquel séptimo año leyeron las 365 páginas de “Los hijos de los días”.

La segunda vez que la profesora de literatura de séptimo año tuvo que dar clases un 22 de junio no recordaba esa primera vez que no conseguía contagiar la literatura latinoamericana en sus estudiantes. Esta segunda vez coincidió el 22 de junio con el tema escritores y dibujantes. Y aunque el humor de los dibujantes a veces facilita el aprendizaje, los chicos de ese séptimo año seguían desoyendo las enseñanzas de la profesora. Luego del recreo y luego de recordar aquel primer 22 de junio en el que Maradona y Galeano tiraron paredes en su aula para conocer a los escritores latinoamericanos, esta vez la profesora de séptimo hizo jugar a Roberto Fontanarrosa con Diego. En esta ocasión les leyó “Aquel gol a los ingleses” en el que en una parte el Negro Fontanarrosa sintetiza: “Y entonces, Diego, mientras cae sacudido por el trancazo postrer del último pirata, mientras imagina el rictus amargo de la Thatcher mirando la TV allá en su reino, le da a la pelota un empujón cordial con el empeine, bien rastrero, y le dice ‘metete allá’, entre las redes, antes de caer sintiendo el gusto verde del césped entre los labios. Y es cuando muchos, casi todos, digamos todos, pensamos que no se equivocó nunca, pero nunca jamás, a lo largo de toda la jugada”. Los chicos ese día fueron en busca de más y más cuentos del Negro Fontanarrosa.

La tercera vez que la profesora de literatura de séptimo año tuvo que dar clases un 22 de junio fue el jueves 22 de junio de 2012. En esta oportunidad, no esperó a que suene el timbre del recreo para entender qué era lo que estaba sucediendo. Los estudiantes seguían pensando como todos los 22 de junio en lo que dibujó Maradona para toda la eternidad en 1986 en el Estadio Azteca. A la media hora de clase, buscó rápidamente el cuento “Maradona si, Galtieri no” de Osvaldo Soriano. Solamente bastó leer el primer párrafo para que los chicos recuerden lo que habían estudiando el 2 de abril a 30 años de la Guerra de Malvinas y se interesen por más y más historias. “Cuando Diego Maradona saltó frente al arquero Shilton y le pasó la pelota con una mano por encima de la cabeza, el concejal Louis Clifton tuvo su primer desmayo en las Malvinas. El segundo, más prolongado, ocurrió cuando Diego dribleó a media docena de ingleses y consiguió el segundo gol de Argentina. Afuera un viento helado barría las desiertas calles e Port Stanley y las tropas británicas estaban en el cuartel oyendo, azoradas, cómo el pequeño diablo del Nápoli les arruinaba el festejo del cuarto aniversario de la reconquista de los que ellos llaman las Falkland”.

Este jueves 22 de junio de 2017 la profesora de séptimo año recordó mucho antes de sus alumnos que día era. Escribió en el pizarrón “Me van a tener que disculpar”. Y le leyó a sus estudiantes: “Así que señores, lo lamento. Pero no me jodan con que lo mida con la misma vara con la que se supone debo juzgar a los demás mortales. Porque yo le debo esos dos goles a Inglaterra. Y el único modo que tengo de agradecérselo es dejarlo en paz con sus cosas. Porque ya que el tiempo cometió la estupidez de seguir transcurriendo, ya que optó por acumular un montón de presentes vulgares encima de ese presente perfecto, al menos yo debo tener la honestidad de recordarlo para toda la vida. Yo conservo el deber de la memoria”. Y agregó: “Es un fragmento de ´Me van a tener que disculpar´, el cuento de Eduardo Sacheri. Hoy, chicos, la clase es sobre Maradona”. 

lunes, 8 de mayo de 2017

Literatura clásica



En la semana previa al clásico, en la mesa de los lunes se hablaba del clásico. Todo giraba alrededor del partido que se jugaría el siguiente domingo. Era el único lunes en el que tema no se negociaba por algún otro tema. Una mitad de Independiente y la otra de Racing llenaban de anécdotas, historias y partidos la mesa de los lunes.

Ese lunes, como todos los lunes que anteceden a un clásico, se habló de los clásicos entre Independiente y Racing. Ese lunes, Marcelo, integrante de la mitad de Racing, preguntó: “¿dónde se unen Racing e Independiente?”. Lo preguntó sin conocer una respuesta certera. Los otros, los de Independiente y también los de Racing, pensaron y debatieron ese lunes en torno a esa pregunta.

El primero fue Gustavo, de Independiente, quien hacía unos días se había emocionado con “El secreto de sus ojos”. “Eduardo Sacheri escribió el guión de la película ‘El secreto de sus ojos’. Una de sus escenas se lleva a cabo en la cancha de Huracán en medio de la hinchada de Racing y Sacheri es de Independiente”. Ese primer argumento era digno de un Oscar, pero no sería la respuesta final.

El segundo fue Alejandro, de Racing, que se había sumergido en los cuentos de Ariel Scher en ‘Deportivo Saer’. “En el cuento ‘Mi vecina y Pavlovsky’, Scher recuerda a Arsenio Erico, máximo goleador de Independiente y del fútbol argentino. Scher es de Racing y escribe como Erico hacía goles, un montón. Y cuando lean ‘Deportivo Saer’ disfruten de la tapa, hay un hincha de Independiente y la dibujó otro hincha del Rojo”. La unión que propuso Alejandro dejó entusiasmados a todos de lectura, pero esa tampoco sería la respuesta final.

Las uniones iban y venían entre la mitad de Racing y la mitad de Independiente. Tiraban paredes entre películas y libros, o sea entre Bochini y Rubén Paz o entre Milito y Milito. Pero nunca llegaban a una conclusión o una respuesta que sentencié dónde se unen Racing e Independiente. Hasta que entró él. Y es él porque nunca supieron su nombre ni lo volvieron a ver. Entró, escuchó lo que hablaban en la mesa de los lunes y se acercó. “Yo sé la respuesta”, le dijo a la mitad de Independiente y a la mitad de Racing. Todos lo miraron sorprendidos y sin emitir una palabra repreguntaron todos con la mirada cuál es entonces.

“¿Conocen a Roberto Santoro? Era periodista, poeta y militante. Recopiló diferentes textos de fútbol, cuentos, poemas, canciones, en lo que fue, tal vez, una de las primeras antologías sobre fútbol. La tituló ‘Literatura de la pelota’. Ahí, casi al principio, incluyó a Celedonio Flores, a Racing y a Independiente:
Y las fiestas del músculo…
y las fiestas Racing, Independiente y sus hinchadas
la gloriosa academia de otros tiempos
los rojos de sangre endemoniada.
Los Perinetti, Ochoa, Paternoster,
del Giudice, Stagnaro. Que pavada.
Y Seoane y Orsi y Ravaschino
y Lanín y… la flor de la patada”.

Todos miraban y escuchaban atentos a ese hombre que se sumó ese único día a la mesa de los lunes. Y el hombre siguió. “Santoro era hincha de Racing. En 1977, lo desapareció la más oscuras de las dictaduras. Sin embargo, no lograron desaparecer su obra. Vayan y busquen la reedición de Literatura de la pelota que hizo Lilian Garrido y en la tapa van a encontrar la respuesta a su pregunta”. El hombre no dijo más y se retiró de la mesa de los lunes. En su mano llevaba el libro “Los desaparecidos de Racing” de Julián Scher, recientemente publicado.

La mitad de los de Independiente y la mitad de los de Racing se siguen juntando todos los lunes. Y en la mesa de los lunes que antecede al clásico de Avellaneda, como ese día, solamente se habla del clásico. Solo que desde aquel día todos los integrantes de la mesa de los lunes llevan su propio ejemplar de ‘Literatura de la pelota’, porque ahí estaban todas las respuestas. 

sábado, 25 de marzo de 2017

Reuniones



Podría haber sido cualquier día. Cualquier momento de calendario. Pero no. Se estableció que las reuniones en ese lugar se hacían todos los 25 de marzo. Abiertas para todos, las reuniones tenían integrantes de todos lados y de todas las edades. Y aunque sus participantes se juntaban también otros días al año, la reunión del 25 de marzo era la principal. No se podía faltar.

El fundador llegó al lugar el 25 de marzo de 1977 y dio comienzo a la primera reunión. Los juntó a todos los que estaban y se presentó. ‘Mi nombre es Rodolfo Walsh, periodista y militante. Nos reuniremos todos los 25 de marzo’, informó al resto de los presentes. En su mano llevaba un papel. Era un poema de alguien que meses más tarde se sumaría a las reuniones. Rodolfo pidió silencio y leyó:

‘A mi país se le han perdido muchos habitantes
Y dice que algún cuerpo de ejército los tiene
¿Yo señor?
Sí señor
No señor
¿Pues entonces quién los tiene?
La policía
¿Yo señor?
Sí señor
No señor
¿Pues entonces quién los tiene?’

Era el principio de ‘El gran bonete’, un poema del periodista desaparecido Roberto Santoro. Todos se preguntaron a la vez y al final del poema ‘¿Entonces quién los tiene?; ¿Entonces quién los tiene?; ¿Entonces quién los tiene?’.

Las reuniones año a año eran más concurridas. Rodolfo intuía entonces que la actualidad de su país no había cambiado y temía que el lugar en el que estaba no tuviese límite de capacidad. Seis años después de la primera reunión, Walsh contó cuántos integrantes eran hasta el momento. Lo dijo sin dudar. ‘Somos 30 mil’. Después de ese año, de 1983, el ingreso de participantes cesó notablemente. Rodolfo Walsh aseguraba que algo había cambiado y que nunca más volvería a suceder.

Aunque ya los motivos eran otros, con el correr de los años se sumaron más personas a la reunión de los 25 de marzo. Como aquella reunión de 2008 en la que un chico de dieciséis años se presentó. Los miles de concurrentes dolidos por ver en ese lugar alguien tan joven lo escucharon atentamente. ‘Mi nombre es Rodrigo. Siempre tenemos que tener una sonrisa en la cara. Y por más que me duela y nos duela que esté acá, riamos. Y riamos todos juntos, que en equipo todo es más gratificante’. El resto lo oyó y comenzaron inmediatamente a reírse. El joven Rodrigo contagiaba alegría en cualquier lado.

En otras ocasiones, las reuniones eran también reencuentros. El 25 de marzo de 2016 llegó cansado de tanto luchar el Negro Baltazar.  No necesitó presentación. Lo primero que hizo fue abrazarse con sus compañeros que no veía hace cuarenta años. El Negro ya casi no tenía fuerzas para caminar, pero no había perdido la memoria en todos estos años. Los recordaba a todos. Había luchado por ellos, por su memoria, por su verdad y por su justicia.

Este 25 de marzo de 2017 se va a llevar a cabo la cuadragésima reunión. Ya pasaron cuarenta años de aquel día en que Rodolfo Walsh llegó a ese lugar para juntarlos a todos. Ya pasaron nueve años de aquel 25 de marzo en el que Rodrigo llegó e hizo reír a todos. Ya pasó un año de aquellos abrazos del Negro Baltazar con sus compañeros de lucha. Están todos juntos, están bien.